Y yo caí, enamorado de la moda juvenil

1.- Me importa tres pitos (o cuatro) que el clima no acompañe, yo estoy con mi abrigo que no meo y no me lo quito. Desde que volví no me había pasado a ver a mis tenderos y allí que me lancé y todos me aplaudían, me acariciaban el abrigo. Un éxito. Mauri (que es mi tendero de cabecera) me riñe porque dice que no podré pagarlo. Luego me cuenta que ha visto en la tele "a ese del Gran Hermano que es mazo mayor pero parece más joven que tú y, chico, es un tío raro... ¿cómo lo llevas?", me dice. "Ya lo hemos superado", le digo yo, "eran unos celos que ya no existen, ¿lo verías en Cuatro, no?", pregunto. "Pues no, en Telecinco, en la máquina de la verdad". No sé de quién estaría hablando. Luego le cuento a Linda que mi psicóloga piensa que suplo carencias a base de compras absurdas. "Tú ni caso, rey, que aquí cualquiera se saca una carrera y ya te quiere decir como vivir. Tú lo que compras lo haces porque te hace falta, como estos zapatos". Los compro. Luego veo a Paco (mi frutero omnipresente), le digo si me puede fiar que no llevo suelto "y luego te vas a América y yo me quedo con la deuda". Pues eso. Me quedo tranquilo, todo sigue como antes.

2.- Cena de sección. Vino áspero, anécdotas, cotilleos... un clásico.

3.- Ana (la voz) ya ha acabado. Le han mandado ramos de flores, han ido más de 50 personas a despedirla en su´último día. En antena ha dicho: "quiero dar las gracias a los que hoy, especialmente, me están escuchando". La redacción se ha parado, hemos aplaudido al transistor.

... Y hasta aquí puedo leer